En lugar de una guitarra criolla, un tecladito. En vez de botas de cuero de potro, altas llantas. Y a cambio del malón, un motín de “pitufos” furiosos. Con una tiza imaginaria, el escritor Oscar Fariña (1980, Asunción del Paraguay) ha conectado, y reversionado, la obra cumbre de la literatura gauchesca, elMartín Fierro de José Hernández, con el universo de la cumbia villera. “Martín Fierro me encanta. Me gustó siempre, sobre todo con lo que trabajé que es la primera parte. La vuelta es la parte careta, parece que el éxito le cambió todo a Hernández. Y siempre me gustó el slang de la cumbia. Me retrotrae a parte de mi infancia. Como inmigrante paraguayo, viví en barrios donde esta cultura estaba más presente. Y mamé eso. Y el culto del valor también”, explica Fariña, tomando un fernet para envalentonarse ante el grabador, para hablar de El Guacho Martín Fierro . “No es mi intención hacer realismo. No me interesa. Reivindico que estoy haciendo poesía y su carácter artificial. No hago crónica. Pero el universo es siempre definible”.
A finales del siglo XIX, se delineaba en estas pampas la figura marginal del gaucho, a veces reclutado a la fuerza para ir a pelear contra el indio. De ahí, fue que José Hernández abrevó para darle forma a quien sería “emblema de argentinidad”, según Leopoldo Lugones. A partir de ahí, en 1872, se convirtió en el libro más traducido: a 70 idiomas, incluído el quechua y el esperanto. A fines del siglo XX y comienzos del XXI, la cumbia villera era la narrativa de la periferia y los guachines. Podría decirse que Fariña trabajó en forma seminal con ese imaginario en el fotolog /pintoelarrebato (que después se editó como el poemario Pinto el arrebato ) comenzó a delinear el universo de Salfina. “ Salfina es mi primo Bombi, que vive en Esteban Echeverría, pegado a Ezeiza. Cuando escribía Pinto el arrebato , pensaba en ese espacio”, explica Fariña y aclara: “Viene a cuento Pintó..., porque empezó con el título y porque a partir de ahí muchas de las devoluciones que me hacían era la referencia con la gauchesca. Un link con el fin del siglo XIX y el fin del siglo XX. Cuando empecé, no pensé en eso ni a palos, pero me gustó. Después, un reclamo de los amigos entusiastas, me pedían una novela. Yo con la narrativa no tengo nada que ver, hasta ahora.” “Está en el aire esta cosa del mash up, del cover, la idea de la cita. Así que me quedé pensando cómo se podía hacer algo así, pero acá”. Como referencia y punto de arranque, Fariña tenía dos obras: “Sé que se hizo un Quijote chicano en Estados Unidos. También me copo mucho con los zombies, y hace unos años salió Orgullo prejuicios y zombies , reversionando el clásico de Jane Austen. Ahí detoné mal. Hice click y dije ¡¡Don Segundo Zombie!! Me entusiasmé, hice algunos capítulos. Pero por un lado tengo poca afinidad con la narrativa y por otro lado, Don Segundo Sombraes una verga”. El fallido no desmoralizó al escritor y decidió meterse con la argentinidad al palo. “Claramente el Martín Fierro es el pibe chorro de su época, el marginado. El outlaw , y al inversión de la letra en el título estaba ahí nomás”.
–Lo logrado es cómo encajan en el tiempo, cuestiones como la pertenencia, el perseguido y la nostalgia o el valor.
–Habla de la actualidad del Martín Fierro. Realmente considero que es un libro muy valioso, y que está mal leído. Este proyecto es a favor del Martín Fierro y de las lecturas que quedaron. A los 15 años te lo dan en la escuela, sin ningún tipo de introducción y eso no tiene nada que ver con el mundo de los pibes. Espero que en los programas de literatura del Secundario sea reemplazado por El Guacho…